Las vespas de Abraldes y Bar en Nazaré
La siguiente etapa nos llevaría hasta Casablanca. En un semáforo, metemos primera y debía de haber una mancha de aceite en el suelo o algo, que resbalamos un buen trecho por el asfalto. La gente empezó a arremolinarse. A mi (Alfonso) que iba detrás, me costaba verlos. Y por otro lado, no me apetecía dejar la moto en medio de aquella muchedumbre por temor a que me la robasen. Lo milagroso es que salimos de allí sin ningún rasguño. La moto algún arañazo, los petates esparcidos, pero poco más. En Casablanca no recuerdo si quedamos con unos amigos de Zaragoza o nos los encontramos, el caso es que nos metimos en un garito y no salimos hasta bien entrada la madrugada. Bebimos unas cuantas cervezas. En Marruecos desayunábamos lo que podíamos, comíamos cualquier cosa, pero donde si nos cuidábamos, era en las cenas. La etapa siguiente nos llevó hasta Marrakech, que era la meta de nuestro viaje. En Marrakech estuvimos también 3 ó 4 días. Fuimos por una especie de pista sin señalizar, recuerdo que eran rectas interminables, con tierra y arena a ambos lados… cuando venía un coche de frente éramos nosotros los que nos apartábamos para cederles el paso. En estas travesías, nos encontramos a unos alemanes en un par de ocasiones. Se sorprendían de lo mal que comíamos y en los sitios que comíamos, que compartiésemos los vasos… nos advirtieron que “caca grande” y efectivamente, pillamos una buena cagalera. Te puedes imaginar el show, en aquellos cagaderos con un agujero en el suelo, sin papel, con una manguerita de agua fría para limpiarse.
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Las vespas de Abraldes y Bar en Nazaré
La siguiente etapa nos llevaría hasta Casablanca. En un semáforo, metemos primera y debía de haber una mancha de aceite en el suelo o algo, que resbalamos un buen trecho por el asfalto. La gente empezó a arremolinarse. A mi (Alfonso) que iba detrás, me costaba verlos. Y por otro lado, no me apetecía dejar la moto en medio de aquella muchedumbre por temor a que me la robasen. Lo milagroso es que salimos de allí sin ningún rasguño. La moto algún arañazo, los petates esparcidos, pero poco más. En Casablanca no recuerdo si quedamos con unos amigos de Zaragoza o nos los encontramos, el caso es que nos metimos en un garito y no salimos hasta bien entrada la madrugada. Bebimos unas cuantas cervezas. En Marruecos desayunábamos lo que podíamos, comíamos cualquier cosa, pero donde si nos cuidábamos, era en las cenas. La etapa siguiente nos llevó hasta Marrakech, que era la meta de nuestro viaje. En Marrakech estuvimos también 3 ó 4 días. Fuimos por una especie de pista sin señalizar, recuerdo que eran rectas interminables, con tierra y arena a ambos lados… cuando venía un coche de frente éramos nosotros los que nos apartábamos para cederles el paso. En estas travesías, nos encontramos a unos alemanes en un par de ocasiones. Se sorprendían de lo mal que comíamos y en los sitios que comíamos, que compartiésemos los vasos… nos advirtieron que “caca grande” y efectivamente, pillamos una buena cagalera. Te puedes imaginar el show, en aquellos cagaderos con un agujero en el suelo, sin papel, con una manguerita de agua fría para limpiarse.
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