José Fernández Bernardez "O Sastre"
Hoy os reproducimos literalmente la historia de O sastre, publicada en Enero de 2014 por Faro de Vigo.
A sus 83 años, José Fernández Bernárdez, Pepe O Xastre, sigue manteniendo muy vivas sus dos grandes pasiones: Mantener en perfecto estado su clarinete y cortar pantalones como pocos en toda España. El reciente galardón de Lalinense do ano 2013 -en la categoría Toda unha vida- le pilló por sorpresa y lo agradece de manera muy sentida por todo lo que significa. Coleccionista empedernido, le gusta conservar todo aquello que le hizo feliz, como su mítica Vespa verde, las máquinas de coser y las tijeras que tantos trajes fabricaron, así como el reluciente clarinete con el que tocó en la Banda de Vilatuxe.
-¿Cómo es que empezó tan pronto en el oficio de sastre?
-Mi padre estaba muy agobiado de trabajo y por eso me puso con sólo diez años a echarle una mano en la sastrería. Una hora a la escuela, y otra a trabajar. A los 12 años ya ganaba 15 pesetas de entonces, en Merza, y a mi padre le pagaban 50 pesetas cada día cuando una trinchera costaba unas 1.000 pesetas.
-¿Es cierto que tenía clientela en las cuatro provincias gallegas cuando ejercía como sastre?
-Muy cierto. Nosotros no sólo éramos sastrería porque teníamos comercio con calzado y de todo. Teníamos un cliente de Vigo con el que aún mantenemos una gran amistad que nos entró por la puerta porque un viajante le había dicho que se había hecho un traje con nosotros. Entonces no había ni teléfono, así que el boca a boca era lo que funcionaba y así fue como nos hicimos con una gran cliente en las cuatro provincias. El que venía una vez siempre repetía.
-¿Qué era lo que le distinguía como sastre del resto de sus colegas de profesión?
-Tenía y tengo fama de tener un buen corte de pantalón y debo confesar que nunca en mi vida probé un pantalón. Llegamos a ser siete trabajando en la sastrería y con pantaloneras fuera. Todavía hoy en día nos vienen a pedir de favor que le hagamos un pantalón, aunque saben que ya estoy jubilado. Fui a la academia en el año 64, en Barcelona, pero ya iba muy bien enseñado por mi padre. Entonces, yo ya sabía cortar pantalones bien por el método que había aprendido por correspondencia de la Muller. En aquella academia le enseñé a cortar los pantalones a mis compañeros sin que se nos vieran los responsables antes de que empezaran las clases, a eso de las ocho de la mañana.
-Me imagino que en su casa nunca ha entrado una ropa de confección, ¿no?
-En casa vestimos de toda la vida a medida porque no me gusta como se hacen. No hace mucho encargaron a Pontevedra los trajes de la Nova Banda de Vilatuxe y cuando vinieron a tomar medidas de los pantalones ya me di cuenta de que no iban bien y se lo dije. Que la petrina llegue a la rodilla queda muy feo y por eso no me pude callar.
-¿Dónde está el truco de un buen traje a medida?
-Sin duda, en el corte. Como te dije antes, en mi vida probé un pantalón a ninguno de mis clientes. Daba lo mismo que entrara por la puerta un hombre con una buena planta que otro con una barriga, que siempre se iban satisfechos con lo que le hacíamos en nuestra sastrería. Pertenezco a una familia de sastres que incluso llegó a vestir a presidentes de los Estados Unidos.
-¿Por ejemplo?
-A Ronald Reagan. Mi tío Segundo también aprendió el oficio con mi padre y llevó el negocio al extranjero cuando, con 17 años, marchó a Buenos Aires y montó allí una sastrería que tenía, también, muy buena fama. Después de 40 años en Argentina, un día lo llamaron para viajar a Florida y vestir a los artistas y a los famosos de la época. Así fue como llegó a hacerle trajes al presidente Ronald Reagan que por aquellos años gobernaba la nación. Todavía conservo la foto en la que aparecen los dos cuando sucedió todo aquello. Yo mismo llegué a pensar en emigrar tanto a Buenos Aires como a Venezuela, donde estaba mi hermano, pero al final decidí quedarme aquí para poder ganarme la vida como finalmente hice.
Data de la foto
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José Fernández Bernardez "O Sastre"
Hoy os reproducimos literalmente la historia de O sastre, publicada en Enero de 2014 por Faro de Vigo.
A sus 83 años, José Fernández Bernárdez, Pepe O Xastre, sigue manteniendo muy vivas sus dos grandes pasiones: Mantener en perfecto estado su clarinete y cortar pantalones como pocos en toda España. El reciente galardón de Lalinense do ano 2013 -en la categoría Toda unha vida- le pilló por sorpresa y lo agradece de manera muy sentida por todo lo que significa. Coleccionista empedernido, le gusta conservar todo aquello que le hizo feliz, como su mítica Vespa verde, las máquinas de coser y las tijeras que tantos trajes fabricaron, así como el reluciente clarinete con el que tocó en la Banda de Vilatuxe.
-¿Cómo es que empezó tan pronto en el oficio de sastre?
-Mi padre estaba muy agobiado de trabajo y por eso me puso con sólo diez años a echarle una mano en la sastrería. Una hora a la escuela, y otra a trabajar. A los 12 años ya ganaba 15 pesetas de entonces, en Merza, y a mi padre le pagaban 50 pesetas cada día cuando una trinchera costaba unas 1.000 pesetas.
-¿Es cierto que tenía clientela en las cuatro provincias gallegas cuando ejercía como sastre?
-Muy cierto. Nosotros no sólo éramos sastrería porque teníamos comercio con calzado y de todo. Teníamos un cliente de Vigo con el que aún mantenemos una gran amistad que nos entró por la puerta porque un viajante le había dicho que se había hecho un traje con nosotros. Entonces no había ni teléfono, así que el boca a boca era lo que funcionaba y así fue como nos hicimos con una gran cliente en las cuatro provincias. El que venía una vez siempre repetía.
-¿Qué era lo que le distinguía como sastre del resto de sus colegas de profesión?
-Tenía y tengo fama de tener un buen corte de pantalón y debo confesar que nunca en mi vida probé un pantalón. Llegamos a ser siete trabajando en la sastrería y con pantaloneras fuera. Todavía hoy en día nos vienen a pedir de favor que le hagamos un pantalón, aunque saben que ya estoy jubilado. Fui a la academia en el año 64, en Barcelona, pero ya iba muy bien enseñado por mi padre. Entonces, yo ya sabía cortar pantalones bien por el método que había aprendido por correspondencia de la Muller. En aquella academia le enseñé a cortar los pantalones a mis compañeros sin que se nos vieran los responsables antes de que empezaran las clases, a eso de las ocho de la mañana.
-Me imagino que en su casa nunca ha entrado una ropa de confección, ¿no?
-En casa vestimos de toda la vida a medida porque no me gusta como se hacen. No hace mucho encargaron a Pontevedra los trajes de la Nova Banda de Vilatuxe y cuando vinieron a tomar medidas de los pantalones ya me di cuenta de que no iban bien y se lo dije. Que la petrina llegue a la rodilla queda muy feo y por eso no me pude callar.
-¿Dónde está el truco de un buen traje a medida?
-Sin duda, en el corte. Como te dije antes, en mi vida probé un pantalón a ninguno de mis clientes. Daba lo mismo que entrara por la puerta un hombre con una buena planta que otro con una barriga, que siempre se iban satisfechos con lo que le hacíamos en nuestra sastrería. Pertenezco a una familia de sastres que incluso llegó a vestir a presidentes de los Estados Unidos.
-¿Por ejemplo?
-A Ronald Reagan. Mi tío Segundo también aprendió el oficio con mi padre y llevó el negocio al extranjero cuando, con 17 años, marchó a Buenos Aires y montó allí una sastrería que tenía, también, muy buena fama. Después de 40 años en Argentina, un día lo llamaron para viajar a Florida y vestir a los artistas y a los famosos de la época. Así fue como llegó a hacerle trajes al presidente Ronald Reagan que por aquellos años gobernaba la nación. Todavía conservo la foto en la que aparecen los dos cuando sucedió todo aquello. Yo mismo llegué a pensar en emigrar tanto a Buenos Aires como a Venezuela, donde estaba mi hermano, pero al final decidí quedarme aquí para poder ganarme la vida como finalmente hice.
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