Garaje Arosa
Cómpre abordar hoxe a historia do Garaje Arosa, o primeiro concesionario de automóbiles que funcionou en Vilagarcía. O taller era propiedade de Francisco Villaverde Rey, irmán de Elpidio, e formaba parte do grupo empresarial familiar, composto tamén por unha serraría de madeira e unha fábrica de arame, ademais dunha tellaría en Dena, que levaba Pepe Agra, alcumado O Gordo. O seu emprazamento era San Roque, onde hoxe se levantan bloques e bloques de vivendas.
Tito Porto, aos seus 87 anos, garda perfecta lembranza do seu funcionamento. Fillo de Domingo Porto, encargado do garaxe durante 36 anos, seu é o fío condutor deste tempo xa desaparecido.
«Estaba en San Roque, sí, al lado del viejo cuartel de la Guardia Civil. En su misma puerta estaba la gasolinera antigua, de manubrio. Siendo yo muy niño, en el 27 o el 28, estudiaba en el colegio público y aprovechaba todos los ratos libres para ir allí, a la oficina». Nos bos tempos, aló traballaban ata 17 empregados, incluído o persoal de administración.
«Los coches venían de América en cajones, el chasis por un lado, la carrocería por otro. En el garaje se montaban y se vendían. Muchos, chevrolets, buicks, cadillacs, Sedan La Salle... En Vilaxoán los usaban para llevar la pesca a Santiago y a Marín». Algunhas das facturas que Tito Porto atesoura datan de 1927. Daquela, un camión de chasis curto valía 7.000 pesetas. Os recordos de infancia recrean mesmo os pequenos detalles. «En la oficina aprendí yo a escribir a máquina, y tenían un jabón americano que venía en una caja. Un poquito bastaba para sacar toda la grasa de las manos».
Nos veráns chegaba a Vilagarcía unha familia sobranceira, os Albarranes. «Vivían donde hoy está Larsa, tenían una lancha que ya entonces daba 22 millas y que también cuidaba mi padre. Se llamaba Blanca , como la mujer de don Luis Albarrán, e iban en ella a cazar patos, había muchos en la ría». Un dos seus parentes, coñecido como Perico, era embaixador de Puerto Rico. «Venía cada año con un coche nuevo. Una vez trajo un cadillac crema y se dio un rascazo. Aquellas eran pinturas que aquí se desconocían y el pintor del garaje, Aurelio, se vio negro para imitarla. En otra ocasión trajo un cadillac descapotable que tenía incluso ventilador. Por mediación del acelerador se bajaba y subía la capota».
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Garaje Arosa
Cómpre abordar hoxe a historia do Garaje Arosa, o primeiro concesionario de automóbiles que funcionou en Vilagarcía. O taller era propiedade de Francisco Villaverde Rey, irmán de Elpidio, e formaba parte do grupo empresarial familiar, composto tamén por unha serraría de madeira e unha fábrica de arame, ademais dunha tellaría en Dena, que levaba Pepe Agra, alcumado O Gordo. O seu emprazamento era San Roque, onde hoxe se levantan bloques e bloques de vivendas.
Tito Porto, aos seus 87 anos, garda perfecta lembranza do seu funcionamento. Fillo de Domingo Porto, encargado do garaxe durante 36 anos, seu é o fío condutor deste tempo xa desaparecido.
«Estaba en San Roque, sí, al lado del viejo cuartel de la Guardia Civil. En su misma puerta estaba la gasolinera antigua, de manubrio. Siendo yo muy niño, en el 27 o el 28, estudiaba en el colegio público y aprovechaba todos los ratos libres para ir allí, a la oficina». Nos bos tempos, aló traballaban ata 17 empregados, incluído o persoal de administración.
«Los coches venían de América en cajones, el chasis por un lado, la carrocería por otro. En el garaje se montaban y se vendían. Muchos, chevrolets, buicks, cadillacs, Sedan La Salle... En Vilaxoán los usaban para llevar la pesca a Santiago y a Marín». Algunhas das facturas que Tito Porto atesoura datan de 1927. Daquela, un camión de chasis curto valía 7.000 pesetas. Os recordos de infancia recrean mesmo os pequenos detalles. «En la oficina aprendí yo a escribir a máquina, y tenían un jabón americano que venía en una caja. Un poquito bastaba para sacar toda la grasa de las manos».
Nos veráns chegaba a Vilagarcía unha familia sobranceira, os Albarranes. «Vivían donde hoy está Larsa, tenían una lancha que ya entonces daba 22 millas y que también cuidaba mi padre. Se llamaba Blanca , como la mujer de don Luis Albarrán, e iban en ella a cazar patos, había muchos en la ría». Un dos seus parentes, coñecido como Perico, era embaixador de Puerto Rico. «Venía cada año con un coche nuevo. Una vez trajo un cadillac crema y se dio un rascazo. Aquellas eran pinturas que aquí se desconocían y el pintor del garaje, Aurelio, se vio negro para imitarla. En otra ocasión trajo un cadillac descapotable que tenía incluso ventilador. Por mediación del acelerador se bajaba y subía la capota».
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