Chango
EDUARDO Puceiro LLovo, Chango Llovo, para los amigos, fue un espléndido director teatral que, hace ya muchos años, cuando quien esto escribe era responsable de la cosa cultural, fue nombrado director del Centro Dramático Gallego. Él fue el causante de que Mario Gas dirigiese una producción del CDG que resultó ser una de las más exitosas y ayudó en no pequeña medida a la consolidación de un modo de trabajar que por aquí mucho, lo que se dice mucho no se estilaba.
Chango Llovo era un magnífico hombre de teatro actor y director, que había montado unas As laranxas máis laranxas de todas as laranxas extraordinarias. Desde entonces, la obra de teatro infantil de Carlos Casares ha sido representada en numerosas oportunidades, pero diría que nunca con la brillantez y los resultados de aquel primer montaje en el que actuaron, creo que por primera vez, Carlos Blanco y Manu Millán, dos de los mejores actores que ha dado nuestra escena.
Yo había visto aquel montaje y me había convencido de la enorme valía de Eduardo Puceiro. Por eso, cuando tuve que decidir a quién nombrar, opté por él. Debo decir que no me equivoqué en lo teatral aunque probablemente sí lo hice en los aspecto administrativos y contables. Nunca me fueron ofrecidas cifras contantes y sonantes, si bien recuerdo y debo decir en honor a la verdad, pese a no saber nada de Chango Llovo desde hace diría yo que un cuarto de siglo.
Un día entró en el despacho del conselleiro una actriz que me dijo que ella no quería ser Bruto, pero que Puceiro era un desastre en lo administrativo, en lo económico y en lo organizativo, que tenía a todos en contra y que o lo cesaba de inmediato y la nombraba a ella o me organizaba un guirigay del que me iba a acordar toda mi vida pues comenzaría por una huelga de todos los actores del CDG.
Eran días difíciles en los que se estaba gestando la Ley de creación del IGAEM, del Instituto Gallego de las Artes Escénicas y Musicales, que por cierto nunca llegó a ser leída por quienes la contestaron desde un principio, así que calmé a la actriz, hablé, consulté a los responsables de la Dirección General de Cultura, hablé con Puceiro y fue él mismo el que, visto lo anunciado por la actriz, decidió no continuar al frente del CDG. Pero, al menos en aquella oportunidad, aquella actriz no obtuvo el nombramiento apetecido y, al menos en tal ocasión, no se puede afirmar de ella que haya sido la primera mujer que dirigió el CDG. Damián Villalaín tardó muy poco en aceptar el cargo y ser nombrado director del Centro. Recordado y dicho sea todo esto en honor a la verdad y a favor del de Eduardo Puceiro que, desde entonces, se ausentó de Galicia y, que yo sepa, no ha vuelto a pisar en escenario. Algo que el mundo del teatro gallego se ha perdido; sin duda alguna.
Artigo no Correo Galego no 2016 sin firmar
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Chango
EDUARDO Puceiro LLovo, Chango Llovo, para los amigos, fue un espléndido director teatral que, hace ya muchos años, cuando quien esto escribe era responsable de la cosa cultural, fue nombrado director del Centro Dramático Gallego. Él fue el causante de que Mario Gas dirigiese una producción del CDG que resultó ser una de las más exitosas y ayudó en no pequeña medida a la consolidación de un modo de trabajar que por aquí mucho, lo que se dice mucho no se estilaba.
Chango Llovo era un magnífico hombre de teatro actor y director, que había montado unas As laranxas máis laranxas de todas as laranxas extraordinarias. Desde entonces, la obra de teatro infantil de Carlos Casares ha sido representada en numerosas oportunidades, pero diría que nunca con la brillantez y los resultados de aquel primer montaje en el que actuaron, creo que por primera vez, Carlos Blanco y Manu Millán, dos de los mejores actores que ha dado nuestra escena.
Yo había visto aquel montaje y me había convencido de la enorme valía de Eduardo Puceiro. Por eso, cuando tuve que decidir a quién nombrar, opté por él. Debo decir que no me equivoqué en lo teatral aunque probablemente sí lo hice en los aspecto administrativos y contables. Nunca me fueron ofrecidas cifras contantes y sonantes, si bien recuerdo y debo decir en honor a la verdad, pese a no saber nada de Chango Llovo desde hace diría yo que un cuarto de siglo.
Un día entró en el despacho del conselleiro una actriz que me dijo que ella no quería ser Bruto, pero que Puceiro era un desastre en lo administrativo, en lo económico y en lo organizativo, que tenía a todos en contra y que o lo cesaba de inmediato y la nombraba a ella o me organizaba un guirigay del que me iba a acordar toda mi vida pues comenzaría por una huelga de todos los actores del CDG.
Eran días difíciles en los que se estaba gestando la Ley de creación del IGAEM, del Instituto Gallego de las Artes Escénicas y Musicales, que por cierto nunca llegó a ser leída por quienes la contestaron desde un principio, así que calmé a la actriz, hablé, consulté a los responsables de la Dirección General de Cultura, hablé con Puceiro y fue él mismo el que, visto lo anunciado por la actriz, decidió no continuar al frente del CDG. Pero, al menos en aquella oportunidad, aquella actriz no obtuvo el nombramiento apetecido y, al menos en tal ocasión, no se puede afirmar de ella que haya sido la primera mujer que dirigió el CDG. Damián Villalaín tardó muy poco en aceptar el cargo y ser nombrado director del Centro. Recordado y dicho sea todo esto en honor a la verdad y a favor del de Eduardo Puceiro que, desde entonces, se ausentó de Galicia y, que yo sepa, no ha vuelto a pisar en escenario. Algo que el mundo del teatro gallego se ha perdido; sin duda alguna.
Artigo no Correo Galego no 2016 sin firmar
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