Tom Curren en el Pantín de 1997 (1)
La trascendencia de este surfista norteamericano supera con creces los logros que consiguió a lo largo de su carrera deportiva y ello a pesar de que se proclamó en tres ocasiones campeón del mundo y ostenta, con siete, el mayor número de victorias en un solo año dentro del circuito. La implicación en las causas sociales y políticas de la época (fue especialmente relevante su posición frente al apartheid en Sudáfrica) y su enfrentamiento con la industria que empezaba a crecer, tanto en Estados Unidos como en Australia, al amparo de las olas, convirtieron a Curren en una auténtica leyenda. De hecho, en 1987, después de ganar dos títulos mundiales consecutivos, se retiró. Estaba cansado de la competición, de ser el centro de atención durante cerca de una década. Se asentó en Francia y empezó a viajar por el mundo buscando nuevos lugares con los que disfrutar de las olas, se refugió en el alma del surf. Su desaparición sembró el mito, que brotaría dos años más tarde, cuando regresó al circuito profesional y se coronó de nuevo, en 1990, como el mejor surfista del planeta, compitiendo en todas las pruebas desde las eliminatorias preliminares. Ese mismo año fundaba Surfrider Foundation Europe.
Fotografía: Gonzalo Cueto.
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Lugar Ariño, 15, 15553 O Freixo, A Coruña, EspañaPara comentar inicia tu sesión aquí
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Tom Curren en el Pantín de 1997 (1)
La trascendencia de este surfista norteamericano supera con creces los logros que consiguió a lo largo de su carrera deportiva y ello a pesar de que se proclamó en tres ocasiones campeón del mundo y ostenta, con siete, el mayor número de victorias en un solo año dentro del circuito. La implicación en las causas sociales y políticas de la época (fue especialmente relevante su posición frente al apartheid en Sudáfrica) y su enfrentamiento con la industria que empezaba a crecer, tanto en Estados Unidos como en Australia, al amparo de las olas, convirtieron a Curren en una auténtica leyenda. De hecho, en 1987, después de ganar dos títulos mundiales consecutivos, se retiró. Estaba cansado de la competición, de ser el centro de atención durante cerca de una década. Se asentó en Francia y empezó a viajar por el mundo buscando nuevos lugares con los que disfrutar de las olas, se refugió en el alma del surf. Su desaparición sembró el mito, que brotaría dos años más tarde, cuando regresó al circuito profesional y se coronó de nuevo, en 1990, como el mejor surfista del planeta, compitiendo en todas las pruebas desde las eliminatorias preliminares. Ese mismo año fundaba Surfrider Foundation Europe.
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