Barbería Chicho, una renovada barbershop con solera
Ser barbero siempre estuvo considerado como un oficio noble y milenario. En el gremio se entraba muy joven como aprendiz. La jornada empezaba temprano y acababa bien entrada la noche. El local destinado a barbería era normalmente de tamaño reducido. Era también un lugar muy transitado. Un punto de encuentro donde se escuchaba la radio, se leían los periódicos y se discutía de todo. La barba a su vez, ha tenido y tiene, muchas connotaciones. Señal de respeto y poder, icono de potencia sexual, símbolo de madurez entre los adolescentes… aunque su crecimiento incontrolado la sociedad lo identifica con una seria falta de higiene. En la actualidad, el boom de la estética hipster y el auge de las barbas, han sacado del ostracismo a muchos de estos profesionales con solera, pero también ha supuesto un serio batacazo en la cuenta de resultados de compañías dedicadas a la venta de productos de cuidado personal masculino. La Barbería Chicho, en Ourense, se abrió en agosto de 1968. Hoy en día, está regentada por Pablo Figueiras. Además de haber recibido el galardón de ser la barbería con más encanto en todo el territorio nacional, es una de las barberías más antiguas que quedan en la cuidad.
P. Pablo, tengo la sensación que en los últimos años han surgido tantas Barbershops como establecimientos de COMPRO ORO.
R. El barbershop es un concepto sajón, muy vinculado también al mundo latino. Aquí en la actualidad no hay mano de obra de la que echar mano, no hay tradición. La gente ya no quiere trabajar de barbero. Hace poco, en una reciente entrevista afirmé que aquí las barberías no se cerraron por falta de trabajo, si no por falta de gente que cogiese el testigo. Las nuevas barbershops trabajan con la misma metodología, los mismos utensilios y la misma tradición que los barberos de toda la vida. A las barberías venían los abuelos. Eran unos establecimientos viejos, descuidados… incluso cutres. Te atendían con aquellas batas blancas, los sillones estaban vetustos del todo… estos mismos señores, llevaron a sus hijos a las peluquerías. Hubo toda una generación que no conocía las barberías, pero que ahora están entrando en ellas por primera vez. Las redes sociales, internet, los medios de comunicación y la moda claro, nos han traído muchos clientes. Clientes que buscan un trabajo específico y cualificado.
P. ¿En Galicia existe la tradición de lucir barbas, o no? Te lo comento porque en las más de 1.200 fotografías que debe tener nuestro archivo, con barba solo hemos encontrado al pintor Xavier Pousa y a un jovencito Xerardo Abraldes.
R. A finales del XIX, principios del XX, la barba se llevaba un montón. La lucía gente con poder. Social, económico, militar... la barba era un elemento de distinción. Pintores, escritores, bohemios también la lucían, pero con otras connotaciones. Una barba impone. Este fenómeno viene de una involución. En los años 50 empezaron a verse por aquí los primeros peinados de corte americano. Hoy de hecho se vuelve a llevar esa estética, pero con barba. La estética old school, con aires renovados, está pegando bastante fuerte. En los 50 se hacían aquellas rayas interminables, los inmensos tupés, los engominados… aunque los caballeros siempre lucían un afeitado apurado. Se vendía gracias al cine y al NODO. La gente no tenía televisores en casa y venía a las barberías pidiendo que los peinaran como a las estrellas del cine. A los iconos mediáticos hoy, quizás cuando dentro de 10 años veamos sus fotos, nos parecerán ridículos. Pero hoy es lo que se lleva. Y creo que el bigote, dentro de unos años, también tendrá su resurgir.
P. Antes a las barberías no se iba solo a cortar el pelo o arreglar la barba, ¿verdad?
R. En las barberías de antes había amistad, afinidad, charla… antes de llegar el periódico a los quioscos ya estaba en la barbería. Las primeras radios las compraron los barberos. Después fueron las teles. El tiempo en las barberías se pasaba muy rápido. Se juntaban tres cuatro personas y empezaban los debates. De política, de actualidad, de algún vecino… estabas calentito, sentado en cómodos sofás, donde ibas a estar mejor. De algunas tertulias se podrían escribir libros. Hoy en día esto no es concebible. Hoy estamos muy limitados por el tiempo. El nuestro y también el de nuestros clientes.
P. Sin embargo, aunque se ha perdido parte de esa esencia, el año pasado fuisteis elegidos como el establecimiento con mayor encanto del país. ¿Qué han visto en esta barbería que no tengan otras?
R. Es una pregunta que deberías hacer a los compañeros que nos dieron el premio. Fueron ellos los que nos votaron. Pero yo intuyo que descubrieron una barbería con estilo, elegante a la que se le había dado una vuelta de tuerca. Hace unos años me planteé, sabiendo de dónde veníamos, que podíamos hacer para dar un paso adelante en el negocio. Quería ofrecer algo diferente y para ello me documenté mucho. La mayoría de mis compañeros puede ofrecer el servicio que yo te estoy ofreciendo, pero no lo hacen. Y en ocasiones te cobran lo mismo o más. Mi padre incluso, con el paso del tiempo, fue dejando de lado algunas cosas. Son pequeños detalles. Los aceites, los paños calientes, los masajes, siempre se hicieron. Que pasa, que hoy en día un buen afeitado lo asociamos a disfrute, calidez, detalle, esmero… esto me llevó a Barcelona a conocer a Jordi (La Barbería de Gracia). Si yo no fuese a Barcelona y no me hubiese afeitado él, yo no hubiese recibido ninguna distinción. Hay que cambiar el chip. Mucha gente ve al barbero como un oficio de batalla. Pero lo nuestro es un trabajo artesano.P. Quizás debido a esas jornadas maratonianas sin moverse del establecimiento, el sentirse cómo haciendo lo de toda la vida… haya provocado cierto estancamiento en algunos profesionales del sector.
R. Si todo influye. A partir del mes de febrero o marzo lo más tardar, desaparecían las barbas de las calles de Ourense. En las escuelas de peluquería ya no te enseñan a cortar a navaja. A ellos les interesa unisex. También ha desaparecido la figura del aprendiz. El propio gremio no ha sabido evolucionar. Tú antes lo decías, el barbero no se mueve, no quiere compartir. Déjalo en su negocio con sus clientes que le llega de sobra. Ahora sí, desde hace poco hay compañeros que nos están llamando para que les impartamos esta formación tan específica. Que por otra parte, no se aprende de un día para otro. Se aprende viendo y practicando. Holandeses y alemanes fueron los primeros en retomar esta moda. El concepto barbershop con estudio de tatuajes está teniendo mucho éxito por ahí adelante. Hace dos años en Barcelona me insistían… “te vas a hartar de hacer barbas” y yo les decía “Galicia no es Barcelona”.
P. Es evidente que la ciudad de Ourense y tus clientes, no se pueden comparar a los de una barbería de Madrid o Barcelona. Dos ciudades cosmopolitas, receptivas a nuevas tendencias… pero aquí estás, rompiendo moldes, sin hacer demasiado ruido.R. Yo creo que esta barbería podría cuajar en cualquiera de esas dos ciudades perfectamente. Cobrando incluso el doble y chapó. ¿Pero por qué en Ourense? Porque yo soy de aquí. Aquí tengo mi clientela, mi reputación. Por ahí adelante hay establecimientos abiertos a golpe de talonario, con chavales jóvenes, tatuados, con peinados americanos... establecimientos concebidos como un producto de marketing. Algunos con mejor y otros con peor servicio. Con gente detrás que ve que hay negocio, e invierten Afeitan, cortan, peinan… pero además venden cierto espectáculo. Nosotros sin tanto adorno, hemos hecho ese show durante toda la vida, pero no se nos valora igual.
P. Llegamos a un punto en el que Galicia también exporta profesionales.R. Por qué se marchó Iván (Rodríguez) para la Barbería New York de Rotterdam, porque aquí no se sentía realizado. Las oportunidades no hay que esperar a que lleguen, tienes que buscarlas tú.
Imagen de la Barbería Chicho a finales de los años 60
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Barbería Chicho, una renovada barbershop con solera
Ser barbero siempre estuvo considerado como un oficio noble y milenario. En el gremio se entraba muy joven como aprendiz. La jornada empezaba temprano y acababa bien entrada la noche. El local destinado a barbería era normalmente de tamaño reducido. Era también un lugar muy transitado. Un punto de encuentro donde se escuchaba la radio, se leían los periódicos y se discutía de todo. La barba a su vez, ha tenido y tiene, muchas connotaciones. Señal de respeto y poder, icono de potencia sexual, símbolo de madurez entre los adolescentes… aunque su crecimiento incontrolado la sociedad lo identifica con una seria falta de higiene. En la actualidad, el boom de la estética hipster y el auge de las barbas, han sacado del ostracismo a muchos de estos profesionales con solera, pero también ha supuesto un serio batacazo en la cuenta de resultados de compañías dedicadas a la venta de productos de cuidado personal masculino. La Barbería Chicho, en Ourense, se abrió en agosto de 1968. Hoy en día, está regentada por Pablo Figueiras. Además de haber recibido el galardón de ser la barbería con más encanto en todo el territorio nacional, es una de las barberías más antiguas que quedan en la cuidad.
P. Pablo, tengo la sensación que en los últimos años han surgido tantas Barbershops como establecimientos de COMPRO ORO.
R. El barbershop es un concepto sajón, muy vinculado también al mundo latino. Aquí en la actualidad no hay mano de obra de la que echar mano, no hay tradición. La gente ya no quiere trabajar de barbero. Hace poco, en una reciente entrevista afirmé que aquí las barberías no se cerraron por falta de trabajo, si no por falta de gente que cogiese el testigo. Las nuevas barbershops trabajan con la misma metodología, los mismos utensilios y la misma tradición que los barberos de toda la vida. A las barberías venían los abuelos. Eran unos establecimientos viejos, descuidados… incluso cutres. Te atendían con aquellas batas blancas, los sillones estaban vetustos del todo… estos mismos señores, llevaron a sus hijos a las peluquerías. Hubo toda una generación que no conocía las barberías, pero que ahora están entrando en ellas por primera vez. Las redes sociales, internet, los medios de comunicación y la moda claro, nos han traído muchos clientes. Clientes que buscan un trabajo específico y cualificado.
P. ¿En Galicia existe la tradición de lucir barbas, o no? Te lo comento porque en las más de 1.200 fotografías que debe tener nuestro archivo, con barba solo hemos encontrado al pintor Xavier Pousa y a un jovencito Xerardo Abraldes.
R. A finales del XIX, principios del XX, la barba se llevaba un montón. La lucía gente con poder. Social, económico, militar... la barba era un elemento de distinción. Pintores, escritores, bohemios también la lucían, pero con otras connotaciones. Una barba impone. Este fenómeno viene de una involución. En los años 50 empezaron a verse por aquí los primeros peinados de corte americano. Hoy de hecho se vuelve a llevar esa estética, pero con barba. La estética old school, con aires renovados, está pegando bastante fuerte. En los 50 se hacían aquellas rayas interminables, los inmensos tupés, los engominados… aunque los caballeros siempre lucían un afeitado apurado. Se vendía gracias al cine y al NODO. La gente no tenía televisores en casa y venía a las barberías pidiendo que los peinaran como a las estrellas del cine. A los iconos mediáticos hoy, quizás cuando dentro de 10 años veamos sus fotos, nos parecerán ridículos. Pero hoy es lo que se lleva. Y creo que el bigote, dentro de unos años, también tendrá su resurgir.
P. Antes a las barberías no se iba solo a cortar el pelo o arreglar la barba, ¿verdad?
R. En las barberías de antes había amistad, afinidad, charla… antes de llegar el periódico a los quioscos ya estaba en la barbería. Las primeras radios las compraron los barberos. Después fueron las teles. El tiempo en las barberías se pasaba muy rápido. Se juntaban tres cuatro personas y empezaban los debates. De política, de actualidad, de algún vecino… estabas calentito, sentado en cómodos sofás, donde ibas a estar mejor. De algunas tertulias se podrían escribir libros. Hoy en día esto no es concebible. Hoy estamos muy limitados por el tiempo. El nuestro y también el de nuestros clientes.
P. Sin embargo, aunque se ha perdido parte de esa esencia, el año pasado fuisteis elegidos como el establecimiento con mayor encanto del país. ¿Qué han visto en esta barbería que no tengan otras?
R. Es una pregunta que deberías hacer a los compañeros que nos dieron el premio. Fueron ellos los que nos votaron. Pero yo intuyo que descubrieron una barbería con estilo, elegante a la que se le había dado una vuelta de tuerca. Hace unos años me planteé, sabiendo de dónde veníamos, que podíamos hacer para dar un paso adelante en el negocio. Quería ofrecer algo diferente y para ello me documenté mucho. La mayoría de mis compañeros puede ofrecer el servicio que yo te estoy ofreciendo, pero no lo hacen. Y en ocasiones te cobran lo mismo o más. Mi padre incluso, con el paso del tiempo, fue dejando de lado algunas cosas. Son pequeños detalles. Los aceites, los paños calientes, los masajes, siempre se hicieron. Que pasa, que hoy en día un buen afeitado lo asociamos a disfrute, calidez, detalle, esmero… esto me llevó a Barcelona a conocer a Jordi (La Barbería de Gracia). Si yo no fuese a Barcelona y no me hubiese afeitado él, yo no hubiese recibido ninguna distinción. Hay que cambiar el chip. Mucha gente ve al barbero como un oficio de batalla. Pero lo nuestro es un trabajo artesano.P. Quizás debido a esas jornadas maratonianas sin moverse del establecimiento, el sentirse cómo haciendo lo de toda la vida… haya provocado cierto estancamiento en algunos profesionales del sector.
R. Si todo influye. A partir del mes de febrero o marzo lo más tardar, desaparecían las barbas de las calles de Ourense. En las escuelas de peluquería ya no te enseñan a cortar a navaja. A ellos les interesa unisex. También ha desaparecido la figura del aprendiz. El propio gremio no ha sabido evolucionar. Tú antes lo decías, el barbero no se mueve, no quiere compartir. Déjalo en su negocio con sus clientes que le llega de sobra. Ahora sí, desde hace poco hay compañeros que nos están llamando para que les impartamos esta formación tan específica. Que por otra parte, no se aprende de un día para otro. Se aprende viendo y practicando. Holandeses y alemanes fueron los primeros en retomar esta moda. El concepto barbershop con estudio de tatuajes está teniendo mucho éxito por ahí adelante. Hace dos años en Barcelona me insistían… “te vas a hartar de hacer barbas” y yo les decía “Galicia no es Barcelona”.
P. Es evidente que la ciudad de Ourense y tus clientes, no se pueden comparar a los de una barbería de Madrid o Barcelona. Dos ciudades cosmopolitas, receptivas a nuevas tendencias… pero aquí estás, rompiendo moldes, sin hacer demasiado ruido.R. Yo creo que esta barbería podría cuajar en cualquiera de esas dos ciudades perfectamente. Cobrando incluso el doble y chapó. ¿Pero por qué en Ourense? Porque yo soy de aquí. Aquí tengo mi clientela, mi reputación. Por ahí adelante hay establecimientos abiertos a golpe de talonario, con chavales jóvenes, tatuados, con peinados americanos... establecimientos concebidos como un producto de marketing. Algunos con mejor y otros con peor servicio. Con gente detrás que ve que hay negocio, e invierten Afeitan, cortan, peinan… pero además venden cierto espectáculo. Nosotros sin tanto adorno, hemos hecho ese show durante toda la vida, pero no se nos valora igual.
P. Llegamos a un punto en el que Galicia también exporta profesionales.R. Por qué se marchó Iván (Rodríguez) para la Barbería New York de Rotterdam, porque aquí no se sentía realizado. Las oportunidades no hay que esperar a que lleguen, tienes que buscarlas tú.
Imagen de la Barbería Chicho a finales de los años 60
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